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Hablemos de resiliencia: La pandemia y las trabajadoras del hogar en América Latina y el Caribe

Marzo 24, 2022

La crisis del Covid-19 ha mostrado la terrible desprotección que sufren las trabajadoras del hogar en América Latina y el Caribe, pero también ha demostrado que sin ellas nuestras sociedades colapsan. Solo hay una forma de reparar tal contradicción: los estados latinoamericanos deben reconocer el trabajo doméstico como trabajo y garantizar que se realice en condiciones dignas, iguales a las de otros sectores asalariados.

Detalles

América Latina -

de Fernanda Valienti | 24 de marzo de 2022

ReVista, Harvard Review of Latin America, Invierno 2022

SINTRADI, de Paraguay, puso en marcha una panadería para generar ingresos y empleos a los trabajadores más afectados por la pandemia. (Foto cortesía: SINTRADI)

Cuando me uní a la familia de la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar (FITH) en octubre de 2019, nunca imaginé que unos meses más tarde experimentaría tanto el dolor como el privilegio, las ironías de la vida, de ver el movimiento regional de trabajadoras del hogar luchando contra uno de las batallas más duras de su historia, la provocada por la crisis del Covid-19, y salir fortalecidos de ella.

En los últimos dos años he sido testigo de cómo los derechos laborales y humanos de las trabajadoras del hogar en mi amada región fueron violados de todas las formas posibles. He visto una dolorosa demostración de insensibilidad por parte de los empleadores y los gobiernos. He visto lo mejor de la injusticia social: las mujeres más expuestas a la crisis sanitaria y económica también han sido las más olvidadas y menos favorecidas.

Sin embargo, en estos tiempos también he entendido el significado de dos términos de los que se habla mucho pero que no siempre se caracterizan del todo: resiliencia y empoderamiento. Lejos de amedrentarse ante la adversa realidad, las líderes de las organizaciones sindicales de trabajadoras del hogar de la región supieron capitalizar esta crisis sin precedentes, reivindicando sus demandas, visibilizando sus derechos y abogando por que sus llamados fueran incluidos en las agendas públicas. Y todo con una creatividad excepcional y una visión estratégica que los emprendedores envidiarían. Estas mujeres sabias vieron oportunidad donde otros vieron desolación. Estas leonas iluminadas se reinventaron en un tiempo récord y así cosecharon victorias inimaginables en medio de la tormenta. Por eso puedo decir con orgullo que he tenido el “privilegio” de pasar la crisis del Covid-19 con trabajadoras del hogar en América Latina y el Caribe. Hoy quiero compartir con el mundo esta experiencia que me cambió para siempre.

Trabajadoras del hogar peruanas celebran una victoria histórica: la aprobación de una ley que les otorga los mismos derechos que las trabajadoras del sector formal. (Foto cortesía: FENTRAHOGARP)

Lo que nos dejó la pandemia

Más de 15 millones de personas se dedican al trabajo doméstico en la región, según los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2021), en América Latina y el Caribe. De estos, el 92% son mujeres y el 72.3% prestan sus servicios sin contrato formal. Además, sus salarios no llegan a la mitad de lo que perciben otros trabajadores asalariados. Estas cifras muestran una contradicción brutal entre la normatividad y la práctica, considerando que, de los 35 países que han ratificado el Convenio 189 de la OIT sobre trabajo decente para el sector a nivel mundial, 18 pertenecen a la región.

En este contexto, las trabajadoras del hogar de América Latina y el Caribe han sido las más afectadas por la pandemia del Covid-19 en términos de pérdida de empleo, reducción de jornada y disminución de ingresos porque muchos empleadores no querían correr el riesgo de contagio por la entrada de alguien de afuera. A la segunda mitad de 2020, cerca de la mitad de ellos habían perdido su fuente de ingresos y solo el 9.8% estaba totalmente cubierto por la seguridad social (OIT, 2021), lo que significa que tenían un acceso limitado a los servicios de salud. En algunos países, los efectos de la pandemia fueron particularmente devastadores durante ese período: en Perú, el 72.1% de las trabajadoras domésticas perdieron su trabajo; en Ecuador, 53.3%; y en Colombia, 50.6%.


Las trabajadoras del hogar peruanas salen a la calle para defender la importancia de reconocer el trabajo doméstico como un trabajo real, como cualquier otra profesión. (Cortesía de SINTTRAHOL)

Los resultados de una encuesta promovida por la FITH (2020) agregan que el 14.2% de ellos mantuvo su empleo, pero con peores condiciones laborales. Mientras tanto, el 23.1% siguió trabajando, lo que se tradujo en una mayor exposición al virus. Solo el 13.8% de los trabajadores consultados reportó que sus empleadores respetaron su derecho a la cuarentena remunerada. Cabe señalar que el 92% de los encuestados indicó que el trabajo doméstico era su única o principal fuente de ingresos. Además, el 68% de ellos representaba el único aporte monetario a la economía familiar.

Como vemos, la desprotección y la informalidad que caracterizan al sector se ha manifestado de diversas formas ante la crisis del Covid-19. Dado que la mayoría de las trabajadoras del hogar no tienen un contrato de trabajo escrito ni están registradas en la seguridad social, muchos empleadores interrumpieron la relación laboral durante la pandemia sin reconocer ningún derecho y sin pagar sus salarios. Pero aquellos que mantuvieron sus trabajos a menudo sufrieron abusos de todo tipo. El confinamiento de familias enteras en viviendas implicó una mayor demanda de servicios de limpieza y cuidado. De ahí que muchas trabajadoras del hogar se hayan visto obligadas a permanecer en sus lugares de trabajo durante el aislamiento obligatorio, lo que se traduce en sobrecarga de tareas, mayor jornada, falta de descanso adecuado, imposibilidad de ver a sus propias familias, mayor exposición al coronavirus y alta probabilidad de padecerlo. los efectos psicosociales derivados de una situación tan estresante.

Por otro lado, pocas trabajadoras del hogar en la región pudieron acceder a los mecanismos de asistencia proporcionados por los gobiernos: apenas el 40%, según la encuesta de FITH. Esto se debe tanto a su situación de informalidad laboral (la mayoría de estas medidas estaban dirigidas a los trabajadores registrados) como a los difíciles trámites en línea que se requieren para solicitar estos beneficios.


Organizaciones de trabajadoras del hogar dominicanas marchan para exigir que se respeten sus derechos durante la pandemia. (Foto cortesía: ATH)

Los efectos de la pandemia han sido particularmente devastadores para las mujeres trabajadoras pertenecientes a los grupos sociales menos favorecidos. No es casualidad que la primera víctima fatal de Covid-19 en Brasil haya sido una trabajadora doméstica negra con diabetes de 63 años que fue contagiada por su empleador cuando regresaba a Río de Janeiro de un viaje a Italia. Pero el pico del horror llegó el 2 de junio de 2020, en la ciudad de Recife (Pernambuco, Brasil), con la muerte de Miguel Santana, el hijo de cinco años de una trabajadora doméstica afrodescendiente cuyo derecho a la cuarentena pagada no fue respetada por su empleador. Ante la suspensión de clases en la escuela, Mirtes Santana se vio obligada a llevar a su hijo al trabajo y dejarlo momentáneamente con su patrón mientras ella paseaba al perro de la familia (tarea ajena a sus deberes). El patrón/dueño de la casa, molesto, subió a Miguel en el ascensor del edificio hacia la terraza, desde donde cayó y perdió la vida. Historias como esta nos mueven a una seria reflexión sobre la responsabilidad compartida de cada miembro de la sociedad y sobre la injusticia social.


En pleno apogeo de la pandemia en Brasil, Fenatrad lanzó la campaña “Nuestros Derechos son Esenciales”, exigiendo la formalización del sector y la cuarentena pagada para todas las trabajadoras del hogar. (Foto cortesía: Themis – Gênero, Justiça e Direitos Humanos / FENATRAD)

Nuestros guerreros en acción

Aplaudo a las organizaciones de trabajadoras del hogar de América Latina y el Caribe, que en medio de una crisis sanitaria y económica sin precedentes, han sabido movilizarse más que nunca para defender sus derechos, poniendo en jaque a gobiernos y empleadores. Este artículo no sería suficiente para enumerar todo lo que estas mujeres han hecho en los últimos dos años.

Con la bandera de “Cuida a los que te cuidan” en alto, nuestros líderes salieron fortalecidos de la crisis. Aprendieron lecciones, se pusieron al día, revalorizaron la unidad regional, hicieron alianzas estratégicas y desplegaron todas sus capacidades a través de fenomenales campañas de concientización y visibilidad. Practican la solidaridad sin reservas, privándose de pan o medicinas para aliviar el sufrimiento de sus compañeros. Esta demostración de grandeza los dignifica y exalta aún más. Y cuando el cuerpo y el alma son entregados de esta manera, los frutos se cosechan aunque la tormenta ruge.

En el momento más caótico, las trabajadoras del hogar en Perú obtuvieron una victoria histórica: la aprobación de una ley específica para el sector que equiparaba sus derechos con los de los demás trabajadores, logrando que el contrato escrito fuera obligatorio. Los mandatarios de Chile lograron el demorado acceso al seguro de desempleo y su inclusión en el Ingreso Familiar de Emergencia. Las hermanas salvadoreñas finalmente lograron que los tribunales fallaran a su favor para fijar un salario mínimo para las trabajadoras del hogar. Los mandatarios mexicanos llevaron al Congreso su propuesta de reforma a la Ley del Seguro Social. Los campeones dominicanos lograron acceder al programa “Quédate en casa”, pusieron sus demandas en la agenda del gobierno e incluso fundaron una cooperativa para asegurar la sostenibilidad institucional y promover la generación de ingresos entre sus miembros. Con mucho esfuerzo y un presupuesto limitado, los guerreros de Paraguay abrieron su panadería. Los argentinos imparables inauguraron un Centro de la Mujer para atender a las trabajadoras víctimas de violencia de género. Las mujeres uruguayas, argentinas, ecuatorianas y peruanas asumieron un papel fundamental en la ratificación del Convenio 190 de la OIT contra la violencia y el acoso laboral en sus países.


Trabajadoras del hogar peruanas protestan por la ratificación del Convenio 190 de la OIT contra la violencia y el abuso de los trabajadores. (Foto cortesía: FENTRAHOGARP)


En Nicaragua, FETRADOMOV cabildeó intensamente por la inclusión de trabajadoras del hogar transgénero y LGBTQ en el grupo de trabajadores. (Cortesía de FETRADOMOV)


La pandemia no detuvo a las trabajadoras del hogar paraguayas durante el Día Internacional de la Mujer. Salieron a protestar contra la violencia de género e implorar la ratificación urgente del Convenio 190. (Foto Cortesía: SINTRADESPY)


En honor al Día Internacional de la Mujer, dominicanas afiliadas a SINTRADOMES-CASC fueron educadas sobre violencia de género y maltrato laboral. (Foto cortesía: SINTRADOMES-CASC)

Y hay más Desde marzo de 2020 han llovido premios y distinciones nacionales e internacionales para las organizaciones latinoamericanas de trabajadoras del hogar y sus líderes por su accionar a favor de los derechos humanos y de las mujeres. Instituciones y organizaciones de todo el mundo también eligieron a nuestros líderes para liderar campañas de concientización relacionadas con la pandemia y fueron llamados oradores "estrellas" en eventos de trabajadores de primera línea a nivel mundial.

Mención especial merece la elección de varias lideresas regionales de trabajadoras del hogar para ocupar cargos estratégicos en las centrales sindicales a las que pertenecen sus organizaciones, ya que las lideresas ganaron presencia en espacios tradicionalmente dominados por hombres. Y un aplauso para la representante regional de FITH, Andrea Morales, por su nuevo cargo como diputada nacional en Nicaragua, y la líder chilena Luz Vidal, recientemente nombrada Subsecretaria de la Mujer y Equidad de Género por el gobierno federal de Chile.

No pudimos abrazarnos en dos años, como nosotras las latinas, como tanta gente. Pero incluso bajo la “nueva normalidad”, éramos cercanos, fuertes y unidos. Desde FITH trabajamos codo a codo con nuestros afiliados. Desarrollamos una Guía de Salud y Seguridad en el Trabajo frente al Covid-19, construimos colectivamente una Caja de Herramientas para la Implementación del Convenio 189, realizamos una encuesta colaborativa para recolectar información sobre los efectos de la pandemia y diseñamos estrategias a partir de los resultados (sistematizados en un informe de política que viajó por el mundo). Apoyamos sus acciones, involucrándolos en nuevos proyectos y aportando nuestro granito de arena para paliar el hambre de muchos de ellos y sus hijos. Trabajamos muy duro, sí, pero crecimos y prosperamos. Las satisfacciones superan el esfuerzo.


Trabajadoras del hogar panameñas reciben certificación en Salud y Seguridad Ocupacional durante el COVID-19 como resultado de una cooperación entre SINGRETRADS y la OPS. (Cortesía de SINGRETRADS).


En Guatemala, SITRADOMSA, con la ayuda de la FITH, brinda ayuda humanitaria a sus afiliados en momentos de crisis de salud pública y desempleo. (Foto Cortesía SITRADOMSA).

Mirando hacia el futuro

La crisis del Covid-19 ha mostrado la terrible desprotección que sufren las trabajadoras del hogar en América Latina y el Caribe, pero también ha demostrado que sin ellas nuestras sociedades colapsan. Solo hay una forma de reparar tal contradicción: los estados latinoamericanos deben reconocer el trabajo doméstico como trabajo y garantizar que se realice en condiciones dignas, iguales a las de otros sectores asalariados.

Quería ser parte de FITH para acompañar a las trabajadoras del hogar en su lucha por el trabajo decente y la justicia social. Sólo desde dentro de una organización internacional comprometida con el núcleo de las demandas del sector se puede dar la pelea. A la distancia, no funciona. Y ver a mis queridos líderes en acción durante la pandemia me ha dejado la lección más valiosa de toda mi vida: se puede; siempre se puede hacer!


Trabajadoras del hogar peruanas brindan ayuda a sus compatriotas y exigen la aprobación de una ley para el sector. (Foto cortesía CCTH).


Durante el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, las trabajadoras del hogar peruanas demuestran su dedicación a las causas basadas en el género. (Foto cortesía: IPROFOTH)

Fernanda Valentí es Oficial de Programas para América Latina en la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar (FITH). Es argentina, madre de Dante, Licenciada en Comunicación Social, traductora, editora literaria y escritora. Entró en contacto con el mundo gremial en 2003, como coordinadora de los talleres literarios del Sindicato Luz y Fuerza, en Buenos Aires. A partir de entonces, se comprometió para siempre con los derechos de los trabajadores. En 2017 se involucró con el movimiento de trabajadoras del hogar, donde encontró una segunda realización familiar y profesional.

Fuente: Hablemos de resiliencia: La pandemia y las trabajadoras del hogar en América Latina y el Caribe