La inclusión de las trabajadoras del hogar en las políticas de cuidados es esencial para que salgan de la pobreza

Poderosas luchadoras
Rocas que jamás se quiebran
Incansables cuidadoras
Militantes sin fronteras
Este día es todo suyo
Regimiento de guerreras
Ondeen hoy sus banderas
Demanden lo que han ganado
Eleven la voz del movimiento
Mujeres dignas, de legado eterno
Alcanzaron lo imposible de lograr
Y conquistan cada día más derechos
Orgullosas de ser ¡trabajadoras del hogar!

Feliz Dia de los trabajadores a todas las Trabajadoras del Hogar!

Hoy, día en que celebramos nuestro décimo 10 de mayo juntas como federación internacional, nuestra convicción es más fuerte que nunca: un cambio tangible en la realidad de las trabajadoras del hogar sólo será posible a través de los esfuerzos de las bases y para la bases. Durante todo este tiempo, hemos trabajado para que las trabajadoras del hogar sean vistas y, lo más importante, escuchadas..

Después de siglos de invisibilidad, ha crecido el reconocimiento global de que quienes cuidan al mundo son las mujeres y las personas trabajadoras de la economía informal, es decir, las trabajadoras domésticas, especialmente en tiempos de COVID-19, con una crisis que arrasó el planeta y destruyó las economías. Sin embargo, ese reconocimiento no terminará de critalizarse hasta que se tomen las acciones necesarias para reparar el profundo impacto sufrido por nuestro sector.

En el contexto de la pandemia mundial, muchas trabajadoras del hogar perdieron sus empleos debido a que las familias ajustaron sus presupuestos o se mostraron reacias a que ellas ingresaran a sus hogares por miedo al contagio. La situación se vio agravada por el hecho de que quedaron excluidas de las medidas gubernamentales orientadas a aliviar los efectos de la crisis y sin acceso a la seguridad social. Esta caída repentina en la demanda de sus servicios trajo como consecuencia una reducción significativa de sus salarios. Incluso, muchas de las trabajadoras que lograron mantener sus puestos de trabajo sufrieron recortes en su jornada laboral. Con menos horas trabajadas, sus ingresos generales disminuyeron y enfrentaron serias dificultades para llegar a fin de mes. Algunos empleadores aprovecharon la pandemia para renegociar las condiciones laborales de sus trabajadoras domésticas, quienes aceptaron percibir salarios más bajos para conservar el empleo. Esto les sucedió, principalmente, a aquellas que no tenían un contrato escrito y no estaban sindicalizadas, lo que hizo más vulnerables a la explotación. Con un número tan elevado de trabajadoras domésticas que habían perdido sus empleos, la competencia por ocupar los puestos de trabajo vacantes también se incrementó, lo contribuyó a la reducción de salarios, ya que los empleadores pasaron a contar con muchas más trabajadoras disponibles. A pesar de la reapertura de las economías y del reconocimiento retórico del trabajo de cuidado que realizan las trabajadoras del hogar, sus salarios todavía no han recuperado los niveles previos a la pandemia y muchas de ellas enfrentan serias dificultades para mantener a sus familias.

Vistas y escuchadas: ¡sus demandas deben atenderse ya!

Por todo lo expresado, en este Primero de Mayo enfatizamos la necesidad de una intervención política transformadora para erradicar las condiciones sistémicas que sustentan la pobreza en el sector del trabajo doméstico. Las trabajadoras del hogar demandan:

Reconocimiento y Dignidad:

Reconocer el trabajo doméstico como trabajo implica adoptar programas de protección legal y social diseñados específicamente para las trabajadoras del hogar -que incluyan acceso a prestaciones de salud y jubilación, entre otros beneficios-, así como garantizar que las trabajadoras domésticas reciban salarios justos, acordes a sus habilidades y experiencia. Los gobiernos también deben establecer regulaciones que garanticen condiciones de trabajo seguras para el sector, las cuales tienen que contemplar medidas de protección frente al acoso y el abuso. Y, lo más importante: estas disposiciones deben implementarse y hacerse cumplir.

Recopilación de datos:

Los gobiernos deberían recopilar datos estadísticos sobre el número de trabajadoras domésticas en cada país, sus condiciones laborales y sus contribuciones a la economía, lo que sería de gran utilidad para la toma de decisiones políticas y para garantizar que los sistemas de cuidados satisfagan las necesidades de las trabajadoras del hogar. Esto resulta particularmente relevante, dada su enorme contribución para cubrir las brechas existentes en las infraestructuras de cuidados estatales, ya que la mayoría de los estudios sólo considera a las personas que ejercen tareas de cuidado no remuneradas y/o a los trabajadores pertenecientes al sector de servicios públicos cuando abordan la reforma de los sistemas de cuidados.

Capacitación y desarrollo de competencias profesionales:

El trabajo doméstico es un trabajo calificado, pero la mayoría de los gobiernos no cuenta con un sistema de reconocimiento de competencias profesionales. Los gobiernos no sólo deben invertir en programas de capacitación y formación que optimicen las competencias de las trabajadoras domésticas para que puedan proveer mejores servicios, sino que también deben promover acciones transformadoras en el sector como un todo, a fin de impulsar el desarrollo profesional de las trabajadoras y reconocer/compensar adecuadamente las habilidades.

Para erradicar la pobreza de las trabajadoras del hogar es preciso redefinir el “qué” y el “quién” dentro de la economía del cuidado, reconociendo el trabajo doméstico como una pieza central del rompecabezas de la justicia social.

Las trabajadoras del hogar son trabajadoras del cuidado. ¡Debemos cuidar de ellas!

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