Posición de la FITH sobre la Declaración de la IMRF 2022

Cada 5th trabajador doméstico en el mundo es un migrante. La estadística es aún mayor en países con un PIB alto y cuya economía depende en gran medida de los trabajadores migrantes, ya que el 80 % de los trabajadores domésticos son migrantes, tres cuartas partes de los cuales son mujeres. A pesar de la magnitud demográfica de las trabajadoras domésticas migrantes y su contribución a sus países de origen y de destino, en gran medida se encuentran desprotegidas. Además de los graves déficits de protección y legislación laboral que enfrentan las trabajadoras del hogar en todo el mundo, como jornadas laborales extendidas, falta de días de descanso, robo de salarios, entre otros abusos, quienes también son migrantes enfrentan una miríada de complicaciones en relación tanto con la la falta de reconocimiento de su trabajo como trabajo, y su estatus migratorio incrementando el empleo frágil. Esto es particularmente problemático en contextos de visas vinculadas al empleador, despojando a los trabajadores de las agencias sobre sus vidas y medios de subsistencia.

Con la pandemia de COVID-19, los trabajadores domésticos migrantes enfrentaron varios desafíos que van desde despidos masivos, reducción de ingresos, riesgos para la salud y la seguridad, hasta un aumento de las horas de trabajo no remuneradas. Además, en los regímenes de visas vinculadas al empleador, su desposesión creó una capa adicional de informalidad, la irregularidad de su estatus dentro del país, lo que en ocasiones llevó a que los trabajadores migrantes se quedaran atrapados en las fronteras. Una situación que era precaria desde el principio, empeoró exponencialmente. La discriminación también aumentó en tiempos de crisis, ya que los trabajadores migrantes se utilizan como chivo expiatorio de las fallas gubernamentales. Si bien la mayoría de los países tienen legislación que denuncia explícitamente la discriminación étnica, de casta y racial, ya sea en el texto nacional o en el compromiso internacional con convenciones ampliamente ratificadas, incluida la Convención de Derechos Humanos o la CEDAW, el sector del trabajo doméstico sigue estando contaminado con prácticas heredadas de la esclavitud.

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