Argentina: Entrevista a Ana Núñez

“En el Día Internacional para Erradicar la Pobreza, hablamos con sindicalistas y líderes de trabajadoras del hogar sobre sus puntos de vista sobre cómo la pobreza afecta el sector del trabajo doméstico y cómo las mujeres soportan su carga desproporcionada. Llenos de poder, estos líderes imaginaron un mundo más equitativo, con trabajo decente para las trabajadoras del hogar, libre de violencia económica y de género. ¡Escucha sus voces!”

Detalles

Argentina –

Ana Núñez es Secretaria de Cultura y Derechos Humanos del Sindicato de Trabajadores del Deporte y Organizaciones Civiles (UWSCO) y líder del grupo Mesa de Mujeres Fuerza Sindical.

Fernanda: ¿Qué es la Mesa de Mujeres Fuerza Sindical?


Ana:
 Es la unión de un grupo de mujeres de diferentes sindicatos, que empezaron a reunirse en la Confederación General del Trabajo (CGT) cuando yo formaba parte de su dirección. Vimos que había muchas mujeres de diferentes sectores sindicales que no tenían visibilidad. Entonces, comenzamos a reunirnos y diseñar políticas que representen específicamente a las mujeres.

Con las situaciones políticas estándar de los sindicatos, nosotras, las mujeres, vimos que siempre estábamos en desventaja. Aunque armábamos políticas, cuando ocurrían hechos temporales de carácter político, nos quedábamos fuera, sin espacio. Entonces, empezamos a juntarnos en el Instituto Nacional de la Mujer, y pasó algo muy interesante: mujeres de distintos espacios, que antes no habían tenido la oportunidad de conocerse, se juntaron. Tomamos la decisión de empezar a trabajar con una consigna clara: íbamos a ser un grupo transversal trabajando a través de la política partidaria.

¿Por qué? Porque las mujeres sindicalistas que formamos parte de esta Mesa hablamos específicamente de temas que nos identifican, que son los temas de género. A partir de ahí, diseñamos políticas de contención y dimos visibilidad a nuestros compañeros que no tenían tanta visibilidad en sus sindicatos. Nuestra premisa fundamental es que las mujeres formen parte del liderazgo y la toma de decisiones. Si no tenemos aliados en la toma de decisiones, no podemos trabajar en temas que solo las mujeres entienden.

El  Mesa tiene ese espíritu: somos socias en diferentes actividades, pero nos une una sola premisa, que es el empoderamiento, la visibilización y el compromiso con la perspectiva de género.

F: ¿Fue a través de la Mesa que conoció a Carmen Brítez, de la UPACP, y se contactó con el movimiento de trabajadoras del hogar?

R: No, conocí a Carmen cuando participamos en ONU Mujeres, el año pasado en Nueva York. Aunque ambos conocíamos la trayectoria del otro, nunca nos habíamos encontrado en el mismo espacio. Ahí empezamos a charlar con Carmen y enseguida vimos que nos unía la hermandad en relación a las trabajadoras del hogar, el compromiso de darles visibilidad. Inmediatamente consideramos que el acompañamiento de toda la Mesa a las trabajadoras del hogar era particularmente importante. Todas las mujeres tenemos algo que nos une en el trabajo doméstico. Muchas de nosotras no habríamos podido cumplir sueños u ocupar ciertos espacios si no hubiéramos tenido el gran aporte de una trabajadora del hogar en nuestras vidas. El valor de estas mujeres no es visible, pero es fundamental. Ellos son los que velan por nuestros tesoros más preciados: nuestros hijos y nuestros padres. Ellos son los que conocen el manejo de nuestras casas e incluso actúan como nuestros administradores, los que manejan la economía del hogar.

Por eso, es de suma importancia que nosotras como mujeres del movimiento sindical visibilicemos el sector de las trabajadoras del hogar y concienticemos a otras mujeres de que si tienen una trabajadora del hogar en su casa, se convierten en empleadoras. Me siento parte del movimiento y pongo a disposición del sindicato de trabajadoras del hogar todo el apoyo de la organización a la que pertenezco. Muchas de nosotras hemos hecho trabajo doméstico por necesidad económica, entonces sabemos muy bien lo que significa y lo que significa no ser valorado.

F: Es fundamental que, aun cuando las personas sientan un gran cariño por la mujer que hace el trabajo doméstico en casa, tengan claro que esa mujer no es alguien de la familia, sino una trabajadora. Y que quede claro que la mayoría de las mujeres que pueden desempeñarse profesionalmente, lo logran gracias al aporte de una trabajadora doméstica en el hogar. Esto demuestra la importancia de las trabajadoras del hogar para la economía de un país. Hay que visibilizarlo y concienciar a la sociedad.

R: Exactamente.

Los que trabajamos todo el día muchas veces olvidamos que en casa falta una lata de tomates. Y las trabajadoras del hogar son las que están atendiendo esos detalles. Son grandes economistas. Hay que valorarlos, pero no desde la compasión: “Ay, pobre gente, hay que valorarlos”. Hay que valorarlos como a cualquier otro trabajador porque son trabajadores.

Lo que sucede aquí es que un sector medio-alto de la sociedad devalúa el trabajo doméstico para pagar menos. Pero lo tengo muy claro porque lo vivo en primera persona: para ir a trabajar necesito empleadas del hogar que cuiden mi casa, cuiden a mis hijos y cuiden a mi madre enferma.

F: En estos tiempos de pandemia, el trabajo doméstico está entre los sectores más vulnerables. Los trabajadores están siendo despedidos, suspendidos, abusados… Y estamos hablando del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza en relación a un sector compuesto mayoritariamente por mujeres, y de mujeres pobres. Mucho se habla hoy sobre la feminización de la pobreza. ¿Cómo se relacionan la pobreza y las cuestiones de género?

R: Cuando hablamos de feminización de la pobreza, nos referimos exclusivamente al aumento de los índices de pobreza entre las mujeres. De 1.3 millones de personas pobres, más de 900 millones son mujeres. Y esto, en mi opinión, es la consecuencia de los roles de género: las mujeres tenemos un rol estereotipado para el cual debemos cumplir ciertas funciones. Si bien esto ha cambiado mucho, es una cultura que persiste. Otra cosa que creo que también influye, es la división sexual del trabajo, donde las mujeres solo pueden hacer trabajos que presumiblemente no requieren fuerza, como si no estuviéramos preparadas para hacer los mismos trabajos que los hombres. Esas son pautas que nos impone el patriarcado, para que nos convenzamos de ellas y no aspiremos al trabajo digno. Otro punto es la dificultad que tenemos las mujeres para acceder a la educación, lo que nos impide obtener trabajos socialmente valorados. Las mujeres sufren una discriminación histórica por el mero hecho de ser mujeres. Este tema requiere mucho más desarrollo, pero estos serían los ejes principales que explican la feminización de la pobreza.

F: En el sector del trabajo doméstico se acumulan diferentes factores de discriminación: sexo, raza, pobreza, etnia, educación… Es un trabajo convencionalmente estigmatizado y discriminado, en el que se conjugan muchos factores que atentan contra la dignidad de la trabajadora doméstica.

R: Como es un trabajo que se hace bajo techo, en una casa particular, hay un terreno propicio para todas estas discriminaciones, lamentablemente. Cuando se comete una injusticia contra un trabajador de una fábrica, por ejemplo, los sindicatos salen a la puerta de esa fábrica, con bombo y pancartas, para recuperar los derechos de ese trabajador. Pero una trabajadora doméstica debe luchar sola dentro de una casa. Más allá del trabajo del sindicato, muchas veces los trabajadores son tan vulnerables que tienen miedo de acercarse al sindicato y perder su trabajo por esa razón. Por eso es tan importante el trabajo de la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar, porque cuantas más somos, más seguras nos sentimos. Muchas veces son las propias mujeres las que no entienden y no son conscientes: por un lado luchamos por la igualdad con los hombres, pero por otro no nos damos el valor que tenemos.

F: Un tema muy preocupante para nosotros es el altísimo nivel de informalidad que existe en el sector, por lo que desde el movimiento trabajamos para reforzar las disposiciones del Estado.

R: El Estado tiene el poder de utilizar la herramienta fundamental del cambio. El Estado debe comprometerse a supervisar a los empleadores. Nadie es ajeno a la situación del sector del trabajo doméstico porque todos somos empresarios. Por eso yo, desde mi lugar, apoyo la lucha del movimiento de trabajadoras del hogar y trato de darles visibilidad. El COVID-19 reveló la realidad del sector: la diferencia entre los trabajadores formales e informales, la situación de casi esclavitud a la que han sido sometidos los trabajadores que se encontraban confinados en las casas de sus patrones, en riesgo de enfermarse y sin derechos. Veo lo que pasa aquí, la realidad, y no está mal hablar de la realidad, porque lo que no se dice no existe.

F: Ese apoyo que le das a las trabajadoras del hogar y la lucha por la ratificación del Convenio 190 de la OIT sobre Violencia y Acoso en el Mundo del Trabajo es muy importante, porque este Convenio va a complementar el Convenio 189 de las Trabajadoras del Hogar. Si hay violencia en el lugar de trabajo, no hay trabajo decente. Ambas convenciones están interrelacionadas y se complementan. Por eso es fundamental que el movimiento sindical de mujeres se sume a la lucha del sector doméstico.

R: Este Convenio protegerá a las mujeres de los sectores más expuestos a la violencia y el acoso, y uno de ellos es el trabajo doméstico, por la naturaleza de su trabajo “en interiores”. Para los sindicatos es difícil entrar en una casa particular. Por eso, esta convención va a ser fundamental para el sector.

F: Incluso para el Estado es difícil entrar a las casas particulares, porque está en juego una “invasión del espacio privado”. El dilema de lo público y lo privado…

R: Así es.

F: Por último, quiero pedirte que envíes un mensaje a las trabajadoras del hogar de todo el mundo, desde tu posición de líder en América Latina por los derechos de las mujeres.

R: En este día tan especial, de una trabajadora a otras trabajadoras: mujeres valientes, mujeres empoderadas, que realizan una actividad sumamente importante para la vida y para el mundo. Os digo: nunca más la pobreza tendrá rostro de mujer. Juntos lo superaremos. Todas somos trabajadoras, y todas somos mujeres, fuertes, empoderadas. Tenemos un solo ideal: ser respetados, dignos y que nuestro trabajo, independientemente de la actividad que realicemos, sea importante para el futuro de todos los países. Te abrazo enormemente y espero que hayas podido escuchar mi corazón, porque hablé con él en esta entrevista. Muchísimas gracias.

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