historia de maggie

Maggie: Doha, Catar

Como una de las 173,000 trabajadoras domésticas migrantes en Qatar, Maggie siempre ha estado activa en la comunidad de la diáspora de Kenia y en la organización de su sector. La incipiente Organización de Trabajadores de Servicios Domésticos de Kenia (KHSWO) está cobrando impulso, y la necesidad nunca ha sido mayor. Maggie escucha continuamente historias de trabajadoras domésticas migrantes que vienen a Qatar con la esperanza de mantener a su familia en casa, pero que terminan sin recibir pago, obligadas a trabajar en condiciones intolerables y que han sufrido abusos físicos y sexuales en el trabajo (algunas que son inhabilitado permanentemente como resultado). Ha escuchado de mujeres que firmaron contratos con patrocinadores a través de agencias de Kenia, pero una vez en Qatar fueron transferidas a otro hogar por un precio; efectivamente traficados con fines de lucro.

Durante los confinamientos por la pandemia, las cosas fueron de mal en peor para muchas de estas mujeres. Bajo el sistema Kefala (que prevalece en la región MENA), los empleadores patrocinadores están obligados oficialmente a proporcionar alimentos y vivienda adecuados a los trabajadores migrantes, pero en la práctica hay pocas consecuencias para aquellos que se niegan a cumplir. Durante el confinamiento, esto dejó a muchos trabajadores domésticos migrantes atrapados en las casas de sus empleadores, hambrientos y sin artículos de higiene. A través del apoyo del Fondo de Solidaridad de la FITH y grupos locales (a los que Maggie se refiere como Green Maasai Queens y Alkhor Ladies Fellowship), Maggie y su equipo de base han estado proporcionando silenciosamente suministros, alimentos y asesoramiento a trabajadores desesperados que lograron alcanzar.

Maggie ve la movilización y la organización como la única forma de erradicar estas violaciones generalizadas de los derechos humanos. Aunque en 2017 se aprobaron leyes que protegen los derechos de las trabajadoras domésticas migrantes En teoriaen todavía hay poco alivio. Maggie, que recibió capacitación como asistente legal para ayudar mejor a otros a navegar la nueva ley, ha hablado con mujeres que tienen miedo de emprender acciones legales, tanto por temor a las represalias del empleador como porque el proceso de denuncia bajo el sistema kefala puede ser desalentador. Si no tiene su pasaporte y un contrato firmado (los empleadores a menudo retienen ambos), el proceso pasa de desalentador a casi imposible. Y si su empleador llama a la policía y denuncia su desaparición (a menudo se hace para evitar las consecuencias de una denuncia), corre el riesgo de ser encarcelado y deportado. En opinión de Maggie, el proceso está sesgado: “El mayor problema en estas situaciones es que donde hay dos historias opuestas, las autoridades siempre tomarán la palabra del empleador sobre la del trabajador migrante”. 

Maggie se siente alentada por el trabajo de IDWF en los últimos años, con la OIT y el Ministerio de Trabajo, para garantizar que los derechos de los trabajadores domésticos migrantes estén protegidos por la ley de Qatar. En el futuro, estas leyes proporcionarán a la KHSWO nuevas herramientas para lograr un trabajo decente para todos los trabajadores domésticos migrantes en Qatar. “Hace años, las trabajadoras del hogar no tenían voz… pero la FITH nos dio la oportunidad de unirnos, nos dio vías para hablar. La lucha continuará, pero juntos tenemos el poder”.

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